28 de julio de 2011

Ayer me pasé una estación de tren por ir leyendo concentrado mi propia novela; no sé si soy un lector demasiado enfervorizado, un escritor demasiado grosso o un chabón demasiado despistado.
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18 de julio de 2011

Salí en el Crónica y no fue por un drama pasional


El siguiente es el crudo de la entrevista que me hizo Valeria Tentoni para armar la nota en el diario Crónica de Bahía Blanca que se ve en el recorte:

¿Cómo empezaste a vivir la literatura en Bahía Blanca cuando eras chico? ¿Cuáles fueron tus primeras lecturas?
En mi casa no se había demasiados libros. Empecé a leer en la adolescencia, y mis ganas de expresarme de alguna manera me empujaron a la escritura. Hubiera preferido ser músico de rock, pero tuve que conformarme con algo mucho menos glamouroso como la literatura.

¿Qué cambios se han operado en tus libros desde Los estantes vacíos en adelante? ¿Cómo se inscribe tu último libro, editado por 17grises, en esta línea de orden, o de desorden?
Con matices, Los estantes vacíos y Los modos de ganarse la vida podrían ser parte de un mismo proyecto estilístico. En los márgenes es diferente. Muchos de sus textos fueron escritos para ser publicados en blogs. Tal vez el hecho de no ser pensados como literatura con mayúsculas (algo que nunca debería hacerse) haga que se lean de otra manera. Un amigo me dijo que si yo fuera una banda, En los márgenes sería como un disco de rarezas dentro de mi obra. Me gustó eso.

De tu literatura se predica cierto intimismo y cierta presencia del Yo. Tu último trabajo, inclusive, iba a llevar un título alusivo a esta cuestión. ¿Qué podés decir de ese modo de escritura?
Este libro iba a llamarse Literatura del yo. Pero acá ese yo es más explícito porque son textos con contenido autorreferencial. Aunque el nombre del narrador es el de mi alter ego, Octavio Medina, lo autobiográfico es evidente. En los otros libros me cuesta un poco más percibir ese intimismo. Sí puedo decir que los míos no son relatos que cuenten grandes historia sino que se centran en la cotidianidad de personajes que tal vez no merecerían estar en ningún libro. Tal vez ese intimismo que se predica tenga que ver con eso.

¿Qué es ser escritor para vos?
Supongo que algo diferente a lo que la mayoría de la gente entiende por escritor. Creo que un escritor de ficciones no es tan importante ni merece tanta atención. Pero la trampa que se le hace a la sociedad con esa palabra es interesante: uno puede dedicarse a jugar con las palabras y las invenciones como si fuera un nene, y que ese juego esté avalado por el prestigio que destila la palabra escritor.

Escribiste una serie de "poemas kirchneristas". ¿Qué función política cumple la literatura, para vos?
Escribí un texto sobre los motivos por los que soy kirchnerista, que algunos leen como un poema. Después tengo poemas donde hago referencia a medidas representativas de este gobierno, como la asignación universal por hijo y el fútbol para todos. En esos casos, esas referencias están relacionadas con emociones personales. Más allá del alcance concreto y general de las medidas políticas, para cada persona esas medidas pueden tener diferentes significados simbólicos asociados a su historia personal. La fusión entre ambas cosas es lo interesante en esos poemas. Por otro lado, creo que todas las formas de relación y comunicación entre las personas son artefactos políticos, y la literatura es una de ellas.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Estoy terminando de escribir un nuevo libro de poemas, que por ahora se llama Los domingos felices. Y también estoy promediando la escritura de una novela, cuyos archivos de word se titulan Los puentes magnéticos.


12 de julio de 2011

Cuando me siento mal

Cuando me siento mal, o estoy muy triste, o me duele mucho la cabeza, o la panza, o sufro de un ataque de angustia, o de un ataque al hígado, o de un episodio de migraña, pienso un poco en mi hijo, en algo que me dijo a la mañana o el día anterior, o en su risa, o en su forma de dormir, o en su modo de caminar conmigo por la calle, y entonces no me curo al toque pero me empiezo a aliviar.

Una de dos:

o lo tenés totalmente superado
o seguís totalmente superado.


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Al macrismo el discurso de la anti política le ha resultado terriblemente eficaz. Macri es capaz de decir enojado en una entrevista: "me estás preguntado demasiado sobre política"; no va a un debate aduciendo algo absurdo como que "se va a transformar en un acto político"; si unos pibes toman una escuela dice "es un problema político"... siempre "política" como sinónimo de mala palabra. Y Macri no es tan boludo como para no entender el significado intrínseco de la palabra política, pero está muy bien asesorado y se da cuenta de que esto le funciona a la perfección. Y la respuesta de casi la mitad de los votantes porteños a eso es lo más decepcionante. Porque muchas veces se dice que el kirchnerismo "nos devolvió la política" o que nos hizo ver que "la política no es una mala palabra", y en alguna medida eso es cierto, pero ese "nos" en realidad incluye a un segmento muy reducido de la población. Hay otro segmento, muchísimo más grande, que ni siquiera puede llegar a plantearse algo así, un núcleo duro al que es imposible penetrar con esas ideas (y que, por otro lado, usufructúa las eventuales mejoras en sus condiciones materiales que le posibilita el gobierno nacional para votar tranquilamente contra los partidarios de ese mismo gobierno a nivel local -Lo mismo aprovecha el macrismo: sin bonanza económica general ya no podría ir por su segundo mandato municipal). Eso es lo más complicado y decepcionante de todo. (Además es difícil plantear esto porque se entra en un terreno pantanoso en el que te pueden acusar de adherir al voto calificado o de no se respetuoso con la voluntad popular o de sentirte parte de una vanguardia iluminada..) Y el cambio cultural que debería producirse para modificar eso es, a esta altura, más que utópico.

4 de julio de 2011